‘’SOLO PADECIENDO DE AMOR SE SABE CUÁNTO SE AMA’’
El Ardid del Cuervo
‘’Solo padeciendo de amor se sabe cuánto se ama’’
Antonieta Rivas Mercado (1900-1931) fue una actriz, mecenas,
escritora, promotora cultural, defensora de los derechos de la mujer y
activista política, y se convirtió en un icono en la cultura universal del
siglo XX.
Hija de Antonio Rivas Mercado, famoso arquitecto, autor de emblemáticos
edificios históricos del porfiriato como ‘’El ángel de la independencia’’. El
color moreno de la piel de Antonieta le hizo padecer la indiferencia y el
desamor de su madre, la distinguida Matilde Castellanos Haaf, mujer mitad
juchiteca, mitad alemana, quien se fue a Europa, dejando a Antonieta de trece
años y al resto de la familia para irse con su amante.
Antonieta creció rodeada de las pláticas que su padre tenía
con escultores, pintores, escritores, poetas y arquitectos; más los viajes al
extranjero, las visitas a museos, las lecturas en casa, el respaldo y apoyo de
su padre, de quien fuera la hija predilecta.
Antonieta Rivas tuvo un papel activo e influyente en la vida
cultural de México durante la posrevolución. Sin ella habría sido imposible
concebir el Teatro Ulises, la revista Ulises y la revista Contemporáneos,
proyectos de los cuales fue mecenas.
Por recomendación de Manuel Rodríguez Lozano, Rivas apoyó
con su fortuna a ‘’los Contemporáneos´´ para poner en marcha el Teatro Ulises,
que a pesar de tener una vida relativamente corta influenció de manera
importante al teatro en México por su corte experimental y de vanguardia, y
generó múltiples reacciones en la crítica poco acostumbrada a obras extranjeras
y propuestas alejadas de la oficialidad y el nacionalismo.
Reunió en su casa al gabinete presidencial para constituir
un patronato y crear la Orquesta Sinfónica de México a solicitud del compositor
y director de orquesta Carlos Chávez.
Recordemos que todo esto sucedía durante el tiempo
revolucionario que atravesó el país junto con su economía precaria, por lo que el
impacto de Antonieta Rivas Mercado como mecenas fue único en su especie, dispuso
su fortuna para promover la cultura y las artes, apoyando de manera
incondicional a escritores, actores y pintores, y no solo eso, si no que ella
misma ‘’participaba en la traducción de obras, en la puesta en escena, en la
actuación, en la elaboración del vestuario, en las conferencias de prensa y
hasta en la elección del coctel la noche del estreno’’, señala Bradu en su
texto Memoria de Antonieta Rivas Mercado
Tiempo después, conoce a Vasconcelos y simpatiza con sus
ideales políticos. En su casa lidereaba reuniones proselitistas: preparaba a
los jóvenes y les daba viáticos para que replicaran las ideas vasconcelistas en
el interior de la república. Posteriormente, como compañera sentimental y de
campaña, desempeñó un papel importante para la organización de su carrera
política.
Antonieta propuso, durante la campaña presidencial de José
Vasconcelos, que a las mujeres se les permitiera estudiar y trabajar; siendo
una eterna promotora del voto femenino. En febrero de 1928 publicó en El Sol de
Madrid su potente ensayo “La mujer mexicana”, en el que resalta la sumisa
devoción con que se nos educaba, la forma en que se nos dejaba fuera de la
opinión pública y el hecho de que nuestra educación se consideraba nociva para
la sociedad.
‘’las mujeres mexicanas en su relación con los hombres somos
esclavas. Casi siempre consideradas como cosa y, lo que es peor, aceptando
ellas serlo. Sin vida propia, dependiendo del hombre, le siguen en la vida, no
como compañeras, sino sujetas a su voluntad y vendidas a su capricho.
Incapaces de erigirse en entidades conscientes, toleran cuanto del hombre
venga. El resultado es que éste no estima ni respeta a la mujer […]. Es
preciso, sobre todo para las mujeres mexicanas, ampliar su horizonte, que se
las eduque e instruya, que se cultive su mente y aprendan a pensar. Puede
repugnarle a la mujer emplear la lógica masculina; pero como no ha elaborado
una propia, antes que preconizarle que lo haga, más vale urgirla a que venza su
resistencia y aproveche la existente.’’
Debido a la tensión política y a las amenazas de Plutarco
Elías Calles, la pareja Vasconcelos-Rivas Mercado se exilió en París; el apoyo
incondicional que Antonieta le brindó a José la llevó a una crisis económica y
moral; estaba deprimida, arruinada por La Gran Depresión de 1929, había perdido
la custodia de su hijo, y estaba decepcionada por su infértil lucha por
construir un México de igualdades.
Se desconoce qué atravesó los pensamientos de Antonieta para
la determinación de su suicidio en 1931; en la última nota de su diario dejó
indicaciones para que se cuidara de su hijo y retiró toda responsabilidad a
José Vasconcelos, quien nada sabía de lo que haría. Su cuerpo no pudo ser
incinerado dadas las condiciones de la muerte y, después de siete años, fue
depositado en la fosa común de un cementerio francés.
‘’Para mí la vida ha sido sufrimiento y trabajo, éste mi
diversión y alivio; nunca he podido llevar el alma ligera, siempre me ha ido
pesando algo y en verdad, a nadie le deseo destino semejante”, señala Antonieta
Rivas Mercado en una carta dirigida a su hermana
Rivas Mercado fue una mujer desafiante a su tiempo y una
vanguardista cuya labor fue clave en la modernización de la cultura en México, un
México que no estaba abierto a una mujer intelectual que promovía y defendía la
educación, la cultura y las artes.


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