LGBT D+errimo
‘Drag’ a
los 85: Maisie Trollette, la transformista más veterana de Gran Bretaña, se
niega a jubilarse
David Raven, es un hombre jubilado de 85 años que vive en la ciudad de Brighton y que cada cierto tiempo (la verdad no hace tanto, casi cada noche) usa sus vestidos, sus tacones y sus pelucas y se convierte temporalmente en la enorme artista drag Maisie Trollette.
A partir de la aparición de Drag Race y su infinidad de spin
offs y franquicias mundiales, el drag ha salido de los pequeños escenarios de
los bares de ambiente y saltado al mundo: con monumentales giras como la de
Trixie Mattel y Katya Zamolodchikova –recibidas en aulas y teatros
anteriormente reservados a artistas más ortodoxos–, o casos como el de Violet
Chachki o Bimini Bon Boulash –que ha participado en campañas para Gaultier y
editoriales de moda para Vogue–, el transformismo ha salido de los márgenes de
la cultura pop para ponerse en el centro, bajo el foco, bañado en una pátina de
respetabilidad y refinamiento que era casi imposible imaginar hace solo una
década.
El número de Maisie Trollette es vodevilesco: canta en vivo
canciones de otro tiempo y bromea con su audiencia. Es en este entorno en el
cual el cineasta Lee Cooper enmarca su documental Maisie. “Cuando me embarqué
en este plan pensé que podría ser la vida de Maisie Trollette.”
“Una 'drag' no posee por qué ser perfecta.”, “Tiro el
maquillaje al viento, me pongo abajo y como caiga”, bromea Maisie.
Maisie pasó a ver Brighton por primera ocasión gracias al
circuito panto: el productor televisivo John Nathan-Turner (famoso por
abanderar la producción de Médico Who entre 1980 y 1989) la llamó a ella y a su
amigo James Court, con quien formaba un dúo denominado The Trollettes, para
representar a las “hermanas feas”. A partir de 1973, Maisie no ha faltado a una
sola versión del Brighton Pride.
Hoy, Maisie sigue actuando en la cantina Legends de
Brighton. Lo hace menos comunmente, canta menos canciones y surge sentada en un
taburete con zapatos planos, empero a sus 85 años es la artista drag –no le
encanta el concepto drag queen– de mayor edad que queda en Gran Bretaña. Su
número es vodevilesco, un poco a la vieja usanza: canta en vivo canciones de
otro tiempo, bromea con su audiencia y no le da trascendencia a la perfección
del maquillaje. “Tiro mi maquillaje al viento y me pongo abajo, y como caiga”,
bromea David en el documental.
“Creo que hay espacio para toda clase de intérpretes drag”,
cuenta el director hablando acerca del contraste que hay entre el estilo de
espectáculo de Maisie y otras artistas de su generación y la estética
superproducida de las viejas estudiantes de Drag Race. “Gracias a la fama de
RuPaul, ha emergido además el antiguo estilo pantomime del drag de Maisie.
Miss Jason, artista drag y amigo de David, le sigue en su
día a día.
Darcelle es dueña de su propio local y actúa 5 noches a la
semana; Maisie parece estar más cómoda en su papel de mentora y matriarca que
se prodiga cuanto puede, ni más ni menos. David constantemente tiene relación
con sí mismo por su nombre legal, y Maisie es un personaje; Darcelle es
constantemente Darcelle, montada o no. Darcelle se estima una drag queen, en lo
que David puntualiza que él es un artista drag.
La cinta tiene que ver con Maisie, sin embargo, es imposible
dialogar de Maisie sin dialogar de David, y es imposible comprender a David sin
conocer su historia. David vivió varios de los dramas que han marcado la
historia del colectivo LGTB y de los hombres homosexuales en especial: la
persecución, el VIH, la exclusión social. Por medio del drag, Maisie conseguía
hacer olvidar lo peor del día a día a un colectivo oprimido. En última
instancia, Maisie es una cinta alegre.
POR: Rey David
Balderas Díaz
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